Cuando los medios de comunicación informaron el pasado 22 de marzo de que que el líder de la oposición venezolana, Juan Guaidó, había perdido a su “mano derecha” tras la detención de su jefe de despacho, Roberto Marrero, quizá no estuvieran en lo cierto.
Hay quien cree que esa distinción la merece Fabiana Rosales, la esposa del político opositor que el pasado 23 de enero desafió a Nicolás Maduro declarándose presidente interino de Venezuela invocando la Constitución.
Así arrancaron los dos meses más intensos en la vida de este joven matrimonio.
En ese tiempo ella asumió el rol de “primera dama”, multiplicó sus apariciones públicas y empezó a construir su imagen de “esposa del presidente”, con la que aspira a contribuir al cambio político en Venezuela.
Rosales ha viajado desde entonces dentro y fuera de Venezuela para dar voz a la causa opositora en un momento crítico y denunciar las condiciones en las que viven los venezolanos.
“Sabemos a lo que nos estamos enfrentando, sabemos el tipo de monstruo que es una dictadura”, le dijo a Reuters en su reciente visita a Lima, Perú
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Con Trump
La última escala de su viaje ha sido Estados Unidos, donde este miércoles la recibió en el Despacho Oval el presidente Donald Trump.
Pero en realidad, el viaje político de esta joven graduada en Comunicación social por la Universidad Rafael Belloso Chacín de Maracaibo, comenzó hace tiempo, cuando fue elegida en el Estado Zulia como dirigente juvenil del partido Voluntad Popular, el mismo de Leopoldo López y Guaidó, y de su hermano, Golfredo, también un cargo directivo del partido.
La familia y la política van de la mano en la vida de Rosales.
A su actual marido, nueve años mayor que ella, lo conoció cuando ambos se forjaban como políticos en el movimiento juvenil opositor.
Roland Carreño, compañero hoy en la dirigencia del partido y padrino de la hija de la pareja, recuerda que Rosales accedió a un cargo municipal en el municipio Baruta y empezó a desarrollar una intensa labor como “activista”.
“Formaba parte de los equipos de logística, propaganda, repartiendo pasquines por la calle. Así fue como conoció a Juan”.
Ya en aquella época, Carreño detectó un rasgo de la personalidad de Rosales que muchos en Venezuela consideran típico de la zona de Mérida, en el oeste del país.
“Tiene un carácter muy firme, es muy decidida y empeñada”.
Esta, cree la gente de su círculo, es una de una las razones que le han ayudado a sobreponerse a los momentos difíciles que en los últimos años han pasado ella y la oposición venezolana.
“Un gran apoyo”
Su compañero de partido Yon Goicoechea recuerda que “esta mujer comprometida con la democracia en Venezuela” fue un “gran apoyo” en el tiempo que pasó encarcelado por las autoridades chavistas.
“Estuvo pendiente de mi esposa y ayudó con mis comunicaciones. Juan, además, hizo gestiones políticas para apoyarme. Esas cosas no se olvidan”, le dijo a BBC Mundo ya en libertad en Caracas.
Pero el momento crucial en la vida de esta joven fue la muerte de su padre, un agricultor afincado en Mérida. El entorno de Rosales cuenta que un día sufrió un episodio de hipertensión que lo llevó a recorrer diferentes hospitales sin conseguir el tratamiento que necesitaba.
“Al final murió en la carretera de un paraje merideño conocido como El Páramo”, narra Carreño.
Quienes la conocen aseguran que aquello reafirmó su compromiso político en ciernes.
Hace 22 meses trajo al mundo a Miranda Eugenia, su única hija hasta el momento.
La niña ha estado presente en varias de las apariciones públicas del matrimonio y se la ha podido ver en las ceremonias religiosas a las que el matrimonio Rosales-Guaidó, de firmes creencias católicas, acude con frecuencia.
Con mucha seguridad y responsabilidad
Pocos meses después del desafío de la maternidad llegó el de representar el papel de primera dama.
Aunque el gobierno de Nicolás Maduro se lo niega y persisten las dudas sobre el encaje constitucional del intento de su marido por sacar al cuestionado gobernante chavista del poder, Rosales ha decidido desempeñarlo, en palabras de Carreño,“con mucha seguridad y responsabilidad”.
Se rodeó de un equipo de asesores de Voluntad Popular que la ayudan a modelar su mensaje e imagen.
En esto último tiene un papel protagonista la estilista venezolana Fará Miranda, vieja amiga de Rosales, que la ayuda a elegir el atuendo y la apariencia adecuada ahora que busca convertirse en una figura pública e institucional.
Arropada por su equipo, Rosales acaba de visitar Chile, Perú y Estados Unidos, donde ha repetido a los migrantes venezolanos allí afincados que “el momento de regresar a casa” y de “recuperar la democracia” está cerca.
Rosales, como Guaidó y otros dirigentes opositores que comienzan a cobrar protagonismo, representa también las demandas de relevo generacional de muchos en un país agotado por años de crispación, y en el que gran parte del público muestra su desencanto con los viejos dirigentes, tanto chavistas como los opositores.
Fuente: www.bbc.com