Por qué el extraordinario invento de la electricidad fue tan decepcionante hace un siglo

Para los inversionistas de Boo.com, Webvan e eToys, el estallido de la burbuja .com fue un shock.
Empresas como estas lograron recaudar mucho dinero bajo la promesa de que la World Wide Web lo cambiaría todo.
Luego, en 2000, los mercados bursátiles colapsaron.
Algunos economistas habían mostrado escepticismo desde hacía tiempo sobre las ventajas de las computadoras.
En 1987 no tenías la red, pero ya aparecían hojas de cálculo y bases de datos en todos los trabajos.
Sin embargo, no parecían generar ningún impacto.

Webvan quebró en 2001 y fue una de las víctimas de las burbuja .com.
El experto por excelencia en crecimiento económico, el estadounidense Robert Solow, señaló: “Puedes ver la era de la computación en todos lados, excepto en las estadísticas de producción”.
No es fácil cuantificar el impacto económico general de una innovación, pero la mejor manera de medirlo es a través de algo llamado Productividad Total de los Factores (PTF).
Cuando la PTF crece, significa que la economía está aprovechando mejor sus insumos como la maquinaria, la labor humana y la educación.
En los ’80, cuando Robert Solow escribía esa frase, la PTF crecía al ritmo más lento en décadas. Incluso más que durante la Gran Depresión.
La tecnología parecía estar en auge, pero la productividad estaba prácticamente estancada.
Los economistas lo llamaron “la paradoja de la productividad”.
¿Qué lo explicaba?

En los años ´80 veías computadoras en todos lados, pero no tenía un efecto sobre la producción, según el economista Robert Solow.
Para que tengan una pista, rebobinen cien años.
Otra increíble nueva tecnología estaba resultando decepcionante: la electricidad.

Algunas corporaciones estaban invirtiendo en generadores eléctricos y motores e instalándolos en las oficinas.
Sin embargo, no se vio un aumento en la productividad.
El potencial de la electricidad parecía claro.
Thomas Edison y Joseph Swan habían inventado por separado bombillas de luz a finales de la década de 1870.

En 1881 Edison construyó centrales de generación eléctrica en Pearl Street en Manhattan (EE.UU.), y en Holborn, Londres (Reino Unido).
Las cosas se movieron rápido: para el año siguiente ya estaba vendiendo electricidad como una mercancía.
Un año después los primeros motores eléctricos se empezaron a usar para movilizar máquinas manufactureras.

Thomas Edison construyó centrales eléctricas en 1881 pero pocas fábricas adoptaron la electricidad.
Y sin embargo, para 1900 menos del 5% de la energía mecánica en las fábricas de EE.UU. provenía de motores eléctricos.
La vasta mayoría de las fábricas seguía en la era del vapor.
Una fábrica potenciada a vapor debe haber sido algo increíble de ver.
La energía mecánica provenía de un solo enorme motor a vapor.
Todo estaba conectado a un eje de transmisión central que corría a lo largo de la fábrica, al cual se adicionaban todas las máquinas que debían funcionar.
A veces ese eje se conectaba con máquinas en un segundo piso o en otro edificio.
Todo el sistema estaba continuamente lubricado y rodeado por un costoso mecanismo antiincendios.
Los motores a vapor casi nunca paraban.

En las fábricas a vapor todo estaba conectado a un eje de transmisión central.
Si una sola máquina de la fábrica tenía que usarse había que alimentar el fuego a carbón.
Todo se movía continuamente y siempre estaba el riesgo de que una manga o un cordón quedara enganchado en la máquina y arrastrara a algún trabajador.
Algunos dueños de fábricas hicieron el experimento de reemplazar los motores a vapor con uno eléctrico, trayendo energía limpia y moderna desde alguna cercana central eléctrica.
Pero luego de una inversión tan grande solían estar decepcionados con los beneficios.
Y no era solo que la gente seguía apegada a sus viejos motores a vapor. Seguían instalando nuevos.
Hasta 1910 muchos empresarios optaron por el viejo y conocido motor a vapor por sobre el nuevo sistema eléctrico.
¿Por qué?

A pesar de la invención de la electricidad muchas fábricas siguieron usando vapor por décadas.
La respuesta es que para aprovechar las ventajas de la electricidad los empresarios tenían que empezar a pensar de manera diferente.
Por supuesto que podían usar un motor eléctrico de la misma forma que usaban el viejo a vapor, encajaba perfecto en el sistema.
Pero los motores eléctricos podían hacer mucho más.
La electricidad permitía que la energía fuera llevada exactamente adonde era necesaria.
Los pequeños motores a vapor eran muy ineficientes pero los pequeños motores eléctricos funcionaban perfecto.
Así que una fábrica podía tener varios motores más chicos, cada uno alimentando un pequeño eje de transmisión.
Incluso cuando se desarrolló la tecnología, cada banco de trabajo podía tener su propia maquinaria con su propio motorcito.

La electricidad permitía que la energía sea llevada exactamente donde era necesaria.
La energía ya no era transmitida desde una gran máquina que giraba sino a través de cables.
Una fábrica alimentada a vapor tenía que ser lo suficientemente robusta como para poder contener a un gigantesco eje de transmisión.
En cambio, una que funcionara con electricidad podía ser espaciosa y liviana.
La electricidad permitía ya no tener que organizar todo en la fábrica siguiendo la lógica del eje de transmisión, sino que se empezó a seguir la lógica de la línea de producción.
En las viejas fábricas, que eran densas y oscuras, el motor a vapor marcaba el ritmo de trabajo.
En las nuevas fábricas, más expandidas y luminosas, eran los trabajadores quienes marcaban el ritmo de producción.
Estas fábricas podían ser más limpias y seguras, y más eficientes, porque las máquinas solo se encendían cuando había que usarlas.
Pero no podías aprovechar todo esto si simplemente sacabas el motor a vapor y lo reemplazabas por uno eléctrico.

Con la electricidad cada trabajador podía tener su propia maquinaria con su propio motorcito.
Tenías que cambiar todo: la arquitectura, el proceso de producción.
Y debido a que los trabajadores tenían más autonomía y flexibilidad, incluso tenías que cambiar la forma en que eran contratados, entrenados y pagados.
Es comprensible entender por qué los dueños de las fábricas vacilaron.
Es lógico que no quisieran deshacerse de su capital existente.
Pero quizás también simplemente les costó pensar en un nuevo mundo en el que todo debía adaptarse a la nueva tecnología.
Al final el cambio ocurrió. Era inevitable.
La red eléctrica se hizo más barata y más fiable.
Los trabajadores estadounidenses se tornaron más caros gracias a una serie de leyes nuevas que limitaron la inmigración procedente de la Europa en guerra.
Los salarios ascendieron y contratar a trabajadores se tornó más un asunto de calidad que de cantidad.
Los trabajadores entrenados podían aprovechar la autonomía que les daba la electricidad.

La red eléctrica se hizo más barata y más fiable y la electricidad se empezó a usar para todo, pero recién medio siglo después de su creación.
Y a medida que más dueños de fábricas empezaron a comprender cómo aprovechar mejor el motor eléctrico, comenzaron a circular nuevas ideas sobre cómo producir.
Para 1920 la productividad manufacturera estadounidense había crecido como nunca antes (y como nunca después).
Quizás pienses que ese salto para adelante se deba a la aparición de nueva tecnología, pero no.
El historiador económico Paul David lo atribuye, en reglas generales, al hecho de que los fabricantes finalmente lograron entender cómo usar una tecnología que ya tenía casi medio siglo.
Les tardó como 50 años encontrar la forma de cambiar su arquitectura, su logística y su personal para aprovechar las ventajas del motor eléctrico.
Todo esto pone en contexto el comentario de Robert Solow con respecto a cómo la era de la computación se veía en todos lados en 1980, pero no tenía efectos sobre la producción.

Hoy todas las oficinas están repletas de computadoras pero fue recién desde el año 2000 que la productividad comenzó a aumentar.
Recién en el año 2000, unos 50 años después de que se empezara a usar el primer programa de computación, empezó a subir la productividad.
Dos economistas, Eric Brynjolfsson y Lorin Hitt, publicaron una investigación que mostraba que muchas empresas que habían invertido en computadoras no habían obtenido beneficios, mientras que otras habían logrado enormes recompensas.
Lo que explicaba la diferencia era si la compañía había estado dispuesta a reorganizarse para aprovechar las ventajas que ofrecían las computadoras.
Eso muchas veces implicaba descentralizarse, tercerizar, reestructurar la cadena de suministros y ofrecer más opciones a los clientes.
No podías simplemente seguir usando tu viejo sistema y agregarle computadoras, tenías que hacer las cosas de otra forma.

Hoy en muchas fábricas hay robots y se viene un nuevo cambio de paradigma al cual habrá que adaptarse.
E internet es aún más joven. Tenía apenas una década de existencia cuando explotó la burbuja .com.
Cuando el generador eléctrico era tan viejo como lo es hoy la red, muchos dueños de fábricas seguían apegados al vapor.
Los cambios grandes recién comenzaban a verse.
La cosa que tiene una tecnología revolucionaria es que cambia todo, ¡por eso la llamamos revolucionaria!
Y cambiar todo lleva tiempo, imaginación y coraje. Y a veces simplemente muchísimo trabajo.

Marshall McLuhan, el “profeta de la era digital” que predijo internet 20 años antes de que se inventara

“El nuevo medio, el que sea que venga, podría ser la extensión de la conciencia, incluirá a la televisión como contenido, y no como medio”.
Así fue como Herbert Marshall McLuhan, un hombre a quien muchos consideran “el profeta de internet” -y que este viernes cumpliría 106 años- vaticinó con más de 20 años de anticipación la llegada de la era digital.
“Una computadora como instrumento de investigación y comunicación será capaz de aumentar la recuperación de información, hacer obsoleta la organización masiva de las bibliotecas, recuperar la función enciclopédica del individuo y transformarla en una línea privada de comercializables rápidamente personalizados”.
A principios de los sesenta, este profesor de literatura y filósofo canadiense -una eminencia televisiva en su época- tuvo una visión que dejaría a muchos sin palabras y que volvería a hacerlo dos décadas más tarde, cuando sus predicciones se hicieron realidad.

“McLuhan no sólo vio venir internet, sino que acertó al vaticinar el impacto que tendría en la sociedad”, explican desde Google, que le dedicó este 21 de julio un colorido “doodle”.

Google reflejó en su “doodle” las predicciones de McLuhan respecto a la manipulación mediática, la aldea global y la era electrónica.
Sus palabras sobre la difusión masiva y la sociedad de la información, que describió en su aclamada obra La galaxia Gutenberg (1962), y su frase más célebre “el medio es el mensaje” (a finales de los setenta), le harían pasar a la historia como un visionario de internet.
McLuhan, quien falleció a los 69 años en 1980, era toda una estrella mediática. Daba conferencias y concedía entrevistas en canales de televisión internacionales, en donde hablaba sobre sus teorías de medios fríos (la televisión) y calientes (la radio), y la manipulación que ejercen sobre las masas.
El filósofo se convirtió en todo un gurú de un futuro digital que entonces se veía muy lejano.
“Aldea global”
En su libro más vendido, Understanding media (“Comprender los medios de comunicación”), de 1964 -que se convirtió en todo un fenómeno cultural- habló de cómo los “medios electrónicos” y cómo cambiarían e influirían para siempre en la sociedad, “liberándonos del mundo impreso”.

McLuhan también advirtió sobre la comercialización de datos personales en los “medios electrónicos”.
Los medios electrónicos, con su demanda de interacción, nos devolverían nuestra perdida conciencia tribal, declaró McLuhan. Pero esas tribus ya no serían grupos pequeños y aislados porque los nuevos medios de comunicación se extenderían a través del planeta, haciendo que formemos parte de una “aldea global”.
Así fue cómo el erudito habló de internet dos décadas antes de que apareciera (Extracto de The Mechanical bride -“La novia mecánica”-, 1951):
En lugar de dirigirse hacia una vasta librería de Alejandría, el planeta se ha convertido en una computadora, un cerebro electrónico, como una obra de ciencia ficción infantil, al exteriorizarse nuestros sentidos, el Gran Hermano se asienta en nuestro interior.
Así que, a menos de que seamos conscientes de esta dinámica, nos moveremos hacia una fase de terrores de pánico, adaptándonos a un mundo pequeño de tambores tribales, interdependencia total y coexistencia superimpuesta.

“La televisión será el contenido y no el medio”, escribió McLuhan en los 60.
Pero Marshall también advirtió de los peligros del abrumador poder de internet:
Una vez que hayamos supeditado nuestros sentidos y sistemas nerviosos a la manipulación privada de quienes intentarán beneficiarse a través de nuestros ojos, oídos e impulsos, no nos quedará ningún derecho.
Hoy, sus teorías se han hecho realidad: Facebook es nuestro principal punto de encuentro -con fines comerciales-, Google es la biblioteca y el mundo virtual globalizado, una verdadera aldea global dominada por algoritmos que marcan tendencias e ideas.
Sería interesante conocer qué opinaría ahora el “profeta de internet” sobre la revolución digital que vive el mundo y, sobre todo, qué predicciones haría respecto a lo que está por llegar.

¿Qué debes hacer si alguien te suplanta la identidad en internet?

No sería muy descabellado que mientras lees estas líneas alguien te usurpe la identidad en internet y tú ni siquiera lo sepas.
Ocurre más frecuentemente de lo que muchos piensan: en los últimos seis años, los ladrones de identidad han robado más de US$100.000 millones, de acuerdo con el último estudio sobre suplantación de identidad de la consultora californiana Javelin Strategy & Research.

Pero esta práctica no sólo se usa para obtener dinero. También pueden hacerse pasar por ti para acosar a otra persona, “sextorsionar”, difundir todo tipo de mensajes en internet usando tu nombre, comprar productos ilegales en la red oscura o, simplemente, obtener información sobre ti para ofrecérsela a un tercero.
De hecho, es en los rincones más oscuros de la red -la llamada “darknet”, por su nombre en inglés- y en los foros ocultos donde muchos ciberdelincuentes hacen fortunas vendiendo identidades de otras personas.
“Es un mercado virtual donde compran y venden todo tipo de datos y se intercambian consejos”, le dijo a la BBC un investigador sobre seguridad online que prefiere mantenerse en el anonimato.
Entre esos datos, hay pasaportes, tarjetas de identidad, direcciones de email, contraseñas y, por supuesto, claves bancarias: se pueden comprar tarjetas de crédito con la fecha de nacimiento de su usuario por apenas unos US$6.
¿Cuáles son los tipos de usurpación de identidad más habituales?
1. Documentos oficiales
49,2%
2. Tarjetas de crédito
15,8%
3. Teléfonos móviles 9,9%
4. Fraude bancario 5,9%
5. Datos personales 3,7%
6. Préstamos 3,5%
Fuente: Insurance Information Institute (Datos: EE.UU., 2015)
Eso fue precisamente lo que le ocurrió a Barbara Evans, una mujer de 80 años que vive con su marido en Gales, en Reino Unido. Los criminales usaron su pasaporte para abrir una cuenta de crédito en su nombre y hacer compras por internet, cambiando la dirección de su casa para recibir la mercancía.
Al igual que Barbara, millones de personas en el mundo han sido víctimas de un robo de identidad, gran parte de ellos a través de sus perfiles en redes sociales, como Facebook, LinkedIn o Twitter.
¿Cómo saber si alguien usa tu clave y entra a tu cuenta de Facebook?

En red oscura se venden pasaportes, contraseñas y otros datos personales… ¡Ten cuidado con lo que publicas en internet!
Es difícil encontrar estadísticas globales, pero solamente en Estados Unidos hubo 15,4 millones de víctimas de usurpación de identidad en 2016, un 16% más que en 2015, según el 2017 Identity Fraud Study de Javelin Strategy & Research.
¿Qué estrategias usan los delincuentes?
Puede ocurrir de dos maneras: que alguien robe tus credenciales de acceso a tu email o a tus redes sociales, o bien que creen un perfil falso con tus datos (nombre, apellidos, dirección…) y fotografías.
En el primer caso, puedes denunciar el delito directamente, ya que accedieron a tu privacidad al introducirse en tus redes o en tu correo electrónico, explica la Oficina de Seguridad del Internauta (OSI), un organismo en España para prevenir e informar sobre este tipo de problemas.
En el segundo, deberás demostrar que los datos o las fotos que usó el usurpador coinciden con los tuyos.
“Es una experiencia muy preocupante. Te preguntas qué más han podido hacer con tus datos personales”, le contó a la BBC Luke Croydon, un británico a quien le usurparon a identidad.
Si te ocurre, lo más aconsejable, según la OSI, es que sigas los siguientes pasos:
PASO 1: TOMA EVIDENCIAS DE LA SUPLANTACIÓN

Tomar pruebas del delito es fundamental.
Guarda los mensajes de texto e emails que recibas.
Haz capturas de pantalla.
Revisa todas tus redes sociales.
Avisa a tus contactos sobre el perfil falso.
PASO 2: REPÓRTALO DENTRO DE LA APLICACIÓN (si fue a través de una red social)

Las redes sociales tienen aparatados específicos para denunciar el robo de identidad.
Si la usurpación se produjo a través de una red social, deberás ponerte en contacto con sus administradores para que retiren la cuenta.
Dentro de sus opciones de ayuda, Facebook, Twitter, Tumblr y otras plataformas cuentan con apartados específicos para denunciar este tipo de casos.
PASO 3: DENÚNCIALO A LAS AUTORIDADES
Este paso también es vital, sobre todo porque es posible que los criminales hayan usado tus datos para llevar a cabo acciones ilegales. Busca el departamento policial que se encarga de ello y denúncialo

¿Cómo puedes protegerte frente a crímenes de identidad?
Limita la cantidad de información personal que das en tus redes sociales. Tus amigos de verdad saben dónde vives y cuándo es tu cumpleaños.
Actualiza el firewall, programas antivirus y programas anti-spyware (contra software espía) de tu computadora. Cerca del 80% de los cibercrímenes pueden evitarse gracias a eso.
No compartas nunca contraseñas, códigos PIN y otros datos de acceso con otras personas ni los dejes por escrito.
Usa contraseñas y códigos PIN robustos que no contengan tu fecha de nacimiento o tu nombre.
No uses la misma contraseña en más de una cuenta.
Destruye todos tus documentos bancarios antes de deshacerte de ellos.

¿Qué ocurriría si Google dejara de funcionar por completo durante media hora?

No es habitual que ocurra, pero cuando Google “se cae” es como si se acabara el mundo.
La vez más reciente que ocurrió fue en enero de 2014 y afectó principalmente a Gmail, su plataforma de correo electrónico.

El gigante tecnológico explicó en su blog que se debió a una “sobrecarga” de uno de sus centros de datos en Europa, la cual produjo un “efecto cascada que extendió el problema de un centro de datos a otros”.
Y, mientras tanto, las redes sociales se llenaron de memes y de todo tipo de burlas y comentarios jocosos hacia todos los millennials incapaces de vivir sin el buscador más popular de internet que usan millones de personas todos los días.
Habría un momento de incredulidad. La gente trataría desesperadamente de actualizar la portada de Google una y otra vez
Ashish Kedia, ingeniero de software de Google
Pero el gigante tecnológico ya había experimentado fallos en el pasado. En agosto 2013, todos sus servicios -incluidos los de video (YouTube), analítica web (Analytics) y almacén en la nube (Drive) – se vieron afectados por una falla total.
El “apagón” duró apenas cinco minutos -de las 3:50 pm a las 3:55 pm, hora del Pacífico-, pero bastaron para desatar la furia de miles de usuarios en la red y para que descendiera el tráfico mundial de internet en un 40% y para que la compañía perdiera más de US$500.000, según el experto en motor de búsqueda Danny Sullivan.

¿Qué sucedería si el desastre se prolongara media hora?
El ingeniero de software de Google Ashish Kedia dijo en la plataforma web Quora que eso es “bastante improbable” pero explicó paso por paso cuáles serían las consecuencias y el escenario más probable.
¿Qué ocurriría durante la caída?
“Durante los primeros minutos, la gente comprobaría su conexión a internet. Algunos llamarían a su proveedor de servicios. Otros tal vez incluso comprobarían fallos en su hardware, algo mucho más factible (que la caída de Google)”, explicó el ingeniero.

“¿Se cayó Google de verdad o fue mi proveedor de internet?”, se preguntarían muchos.
“Entonces la gente se daría cuenta de que es verdad. Y habría un momento deincredulidad. La gente trataría desesperadamente de actualizar la portada de Google una y otra vez”.
Kedia dice que tras esos minutos de estupefacción, llegaría la sorpresa y el enfado:
“Personas de todo el mundo comenzarían a tomar capturas de pantalla de la página de error de Google. Los muros de Facebook se llenarían de frases como ‘¡Oh, Dios mío! ¡No me lo puedo creer!’, ‘he sido testigo de algo sorprendente’, mostrando las imágenes del error”.

En octubre de 2016, Google registró fallos que despertaron la ira (y el humor) de los internautas.
Y entonces llegaría la búsqueda de soluciones a tal desastre digital. El problema, dice Kedia, es cómo. Aunque, en cualquier caso, los competidores de Google saldrían ganando.
“La gente averiguaría motores de búsqueda alternativos… Pero ¿cómo? La mayoría de ellos ni siquiera conocen opciones alternativas, aunque Bing y Yahoo experimentarían enormes aumentos repentinos de tráfico y [el motor de navegación privada] DuckDuckGo se volvería tenencia en Twitter. La gente se daría cuenta de que es bueno.
Por supuesto, el problema no afectaría sólo al buscador….
“Muchas otras aplicaciones de internet que usan Google también se suspenderían. Sin Gmail durante 30 minutos, la productividad en todo el mundo caería por un margen enorme”.

Sin Gmail, la productividad de muchas empresas podría verse afectada.
“No puedo ni imaginarme la pérdida de ingresos no sólo para Google, sino para todas las compañías del mundo que usan Google”.
Pero hay que recordar que la empresa de Mountain View no sólo domina internet, sino también muchos teléfonos móviles.
“Los usuarios de Android se quedarían varados en la carretera y los usuarios de iPhone que usan Google Maps se perderían en el camino”.
Pero habría excepciones, sostiene el especialista de Google:
“Dentro de todo este fiasco, la vida en China permanecería inalterable. Y la gente de otras empresas de la competencia disfrutarían y cantarían de alegría”.

Servicios como Google Maps también dejarían de funcionar si la empresa se cayera.
¿Y una vez restaurados los servicios?
“Google lanzaríaun comunicado de prensa explicando los motivos y especialistas en tecnología de todo el mundo tratarían de buscar la causa del apagón”, asegura el ingeniero.
“Muchos especularían que un grupo de hackers es responsable y muchos les pedirían su opinión a los hackers. Los medios de comunicación se volverían locos y llamarían a expertos para tratar de analizar la situación”.
“Muchos blogueros escribirían una publicación del tipo ‘¿Cómo es que dependemos tanto de Google?’ y también los medios. Quora se llenaría de preguntas: ‘¿Por qué ocurrió?” ¿Accedieron a mis datos?”¿Es verdad que Google fue hackeado?”, etcétera”.
“Y muchos usuarios dejarían de usar Google para utilizar servicios alternativos”.
“BuzzFeed y ScoopWhoop publicarán artículos como ‘Google cayó durante 30 minutos. No creerás lo que ocurre ahora’ y ’10 cosas que puedes hacer cuando Google caiga la próxima vez’, bromea Kedia.
“Pero entonces encontrarán este artículo y se darán cuenta de que muchas de estas cosas ya sucedieron o están ocurriendo”.

4 tipos de apps que te pueden ayudar a evitar discusiones cuando viajas en grupo

Viajar en grupo puede ser muy divertido, sobre todo si eliges los compañeros de viaje adecuados.
Pero lo que se planteó como una aventura y una experiencia divertida puede terminar en desastre, e incluso romper amistades y lazos familiares.
Y es que no siempre resulta fácil evitar los problemas cuando varias personas tienen que ponerse de acuerdo en todo, desde cuándo pagar hasta dónde dormir, qué itinerario escoger o cuánto tiempo pasar en cada lugar.
Sin embargo, hay aplicaciones que pueden ayudarte a hacer que la vivencia (y la convivencia) sea mucho más positiva.
No podemos garantizar que no acabes tirándote de los pelos con tus acompañantes, pero servirán para ahorrarte unas cuantas discusiones innecesarias.
1. ¿Quién lleva las cuentas?
Uno de los problemas más habituales de los viajes en grupo es la división de los gastos y el clásico “fondo común” para hacer frente a los pagos que surgen durante el viaje.

Dividir los gastos puede ser vital para evitar problemas desde el principio.
Pero existen varias aplicaciones en el mercado que pueden ayudarte a solucionar todos estos conflictos monetarios.
Por ejemplo, Settle up -disponible en español- que permite registrar los gastos de cada uno de los integrantes y extraer lo que le debe cada uno al grupo o a cada persona.
Para usarla, basta con descargarla en el celular y anotar cada uno de los gastos y lo que paga cada uno. También permite gestionar el pago de deudas y puede funcionar sin conexión a internet.
Pero hay muchas más opciones.

Splitwise se ha vuelto muy popular en los últimos años. Es gratuita y está disponible en dispositivos iOS y Android.
Billpin es muy sencilla y fácil de usar y se conecta a Facebook. Y Payback -sólo para iPhone- está pensada para que una persona controle los gastos de todo el grupo.
2. ¿Cómo organizamos el viaje?
Prava(iOS y Android) está pensada para “hacer los viajes en grupo más fáciles” para “ahorrar tiempo, esfuerzo y energía”.
Permite organizar diferentes planes (hasta nueve viajes) en una sola aplicación.

Apps como Prava permiten “ahorrar tiempo y energía” a la hora de organizar un viaje en grupo.
Es gratuita, funciona sin necesidad de conexión a internet y sus creadores aseguran que ya cuenta con más de 15.000 usuarios.
Entre sus herramientas, incluye aplicaciones de chat para discutir opciones para planificar el viaje, crear listas de cosas por hacer, dividir los gastos, organizar el calendario del viaje e incluso una plataforma integrada para guardar las fotos y videos del grupo.
Otra opción interesante es Travefy(iOS y Android), que permite diseñar y proponer itinerarios y organizarlo de manera eficiente entre los distintos miembros del grupo.
“Viajar en grupo pueden ser iguales divertido y estresante por igual. Travefy se deshace de la parte estresante para que pueda centrarse en la parte divertida”, aseguran los desarrolladores de esta aplicación en su sitio web.

Entre otras cosas, permite construir una ruta detallada, charlar con el grupo en tiempo real y descubrir ideas para el viaje cercanas al destino.
3. ¿Cómo nos mantenemos en contacto?
Si decidimos hacer actividades por separado durante el viaje o si nos perdemos, podemos optar por usar Waze para enviar nuestra ubicación a los amigos o familiares con quienes viajamos, además de compartir trayectos y direcciones.

Waze puede usarse como GPS, pero también para compartir trayectos y direcciones.
Esta plataforma permite también compartir rutas e itinerarios, horas de llegada y otras cuestiones útiles, así como enviar notificaciones y crear un historial de ubicaciones, por si decidimos repetir destino.
Por otra parte, Friendlynk (sólo para dispositivos Apple) permite hacer un seguimiento de nuestra ubicación, crear listas de eventos para hacer actividades en distintos puntos del viaje y comunicarnos con los miembros del grupo.
4. ¿Cómo compartimos las fotos y los videos?
A menudo, resulta complicado ponerse de acuerdo para compartir las fotos que tomamos durante el viaje y muchas veces nunca llegan.
Si quieres evitar el problema, existen diferentes opciones.

Existen aplicaciones para evitar problemas a la hora de compartir las fotos que todos los integrantes del grupo quieren tener.
Puedes usar opciones en la nube de Apple y Google y, por supuesto, redes sociales como Facebook, Flickr e Instagram.
Pero si quieres algo más específico, puedes utilizar la española (y gratuita) Beatter, que permite organizar un grupo con los contactos del viaje para transferir las fotos entre los miembros sin compartirlas públicamente y ahorrando espacio en el celular.
Además, Yogile permite crear un álbum y enviar una dirección web privada con las fotos, y lo mismo con Photorocket, que además permite guardar una copia de seguridad con las fotos de Facebook.