Érase una vez el hijo de un entrenador de caballos que era muy pobre. Su padre disfrutaba de su trabajo, pero escasamente ganaba el dinero suficiente para mantener a su familia.
Un día en la escuela, al niño le asignaron una tarea:
REDACTAR O escribir un ensayo sobre lo que le gustaría ser cuando creciera.
Esa noche, muy emocionado, escribió un ensayo de siete páginas, describiendo su sueño, el de algún día ser dueño de unas caballerizas para criar sus propios caballos.
Todo lo escribía con gran cuidado y atención . Inclusive dibujó los planos de la tierra y la casa que soñaba tener; le puso todo su corazón a este proyecto. Al día siguiente se lo entregó a su profesor y dos días después, éste se lo devolvió. Lo habían calificado con la nota más baja. El profesor había escrito una nota en la parte superior del ensayo en letras grandes y rojas:
– “Ven a verme después de clase”.
Cuando sonó la campana, el niño se quedó esperando y le preguntó al profesor:
– “¿Por qué me puso una nota tan baja?”
El profesor respondió:
– “Tu ensayo describe un futuro muy irreal para un niño como tú que no tiene dinero y su familia es muy pobre. ¡No tienes ni siquiera suficiente dinero para comprar tu propio establo! Tendrías que comprar tierra, necesitarías un capital de base, sin mencionar los costos de mantenimiento. ¡No hay forma de que pudieras lograr eso!” – Y agregó,
– “Si tú vuelves a escribir el ensayo con un objetivo más realista yo reconsideraré tu calificación.”
El niño se fue a su casa y pensó por largo tiempo. Inclusive le preguntó a su padre qué debería hacer. Su padre respondió:
– “Mira hijo, tienes que decidir eso por ti mismo. Es una decisión muy importante y yo no la puedo tomar por ti.”
Finalmente, después de una semana de reconsiderarlo profundamente, el niño entregó el mismo ensayo, sin ningún cambio y le dijo a su profesor:
– “¡Usted puede mantener su calificación; yo voy a mantener mi sueño!”
Los años pasaron y un día, el profesor, a punto de retirarse, llevó a un grupo de niños a visitar un gran rancho; un famoso criador de caballos con algunos de los ejemplares más espectaculares del país. El profesor estaba asombrado cuando al ser presentado al dueño se dio cuenta de que ¡era el mismo niño al que le había dado la nota más baja como calificación a su sueño!
Al irse, el profesor le dijo:
– “Cuando yo era tu profesor hace mucho tiempo, era como un ladrón de sueños. Por muchos años, yo robé los sueños de los niños. Afortunadamente, tú fuiste lo suficientemente tenaz para lograrlo”
(Adaptación del cuento del mismo título, cuyo autor es Oscar Wilde)