La ecuatoriana Lady Pink, de grafitera en el metro de Nueva York a artista y empresaria sin tapujos

La ecuatoriana Lady Pink, de grafitera en el metro de Nueva York a artista y empresaria sin tapujos

Lady Pink, «la primera dama del grafiti», comenzó a pintar en los vagones del metro de Nueva York en 1979, cuando tenía 15 años, una de las poquísimas mujeres en un submundo ilegal, peligroso y casi enteramente masculino.

Pero a los 50 y tantos años, esta mujer menuda, de largo cabello negro y pocas pulgas que desembarcó en Nueva York (Estados Unidos) de niña, sin papeles, con su hermana y su madre, directamente desde la selva amazónica ecuatoriana, se gana la vida con su arte legalmente desde hace varias décadas y se declara ante todo «una empresaria».

«Nueva York estaba destruido, había mucho crimen y corrupción, y todo lucía terrible. Adolescentes, nos abocamos a la tarea de embellecer la ciudad», explica en una entrevista con la AFP en el sur del Bronx, donde está pintando un gran mural en la fachada de Casita María, un centro que ofrece servicios a 300 chicos latinos del barrio y sus familias y que le encargó el trabajo.

Paradójicamente, mientras pinta un policía la vigila por su propia seguridad, ya que fue amenazada por un vecino furibundo.

Lady Pink, protagonista del filme clásico sobre el grafiti «Wild Style» (1982), es una de los 21 artistas callejeros cuyas obras en el icónico galpón 5Pointz de Queens fueron blanqueadas por un inversor inmobiliario en 2013.

Un histórico fallo decidió en febrero del 2018 que los artistas debían ser indemnizados con 6,75 millones de dólares, pero el inversor, que luego demolió el galpón para construir apartamentos de lujo, apeló el fallo y aún no hay un veredicto final.

«El sistema judicial nunca ha sido demasiado justo con los artistas de grafiti o callejeros. No espero que lo sea ahora», afirma Lady Pink.

Aventuras nocturnas
Lady Pink -su nombre real es Sandra Fabara- entró al mundo del grafiti cuando su primer novio, grafitero, fue arrestado por la policía.

Sus padres decidieron enviarlo a Puerto Rico a vivir con familiares, y eso le rompió el corazón. La adolescente comenzó a escribir su nombre en los muros de la escuela, y luego los amigos grafiteros de su novio la acogieron y le enseñaron estilo.

«Me escapaba por la ventana con una bolsa con pintura e iba a los peores barrios de Nueva York en la mitad de la noche, solita, para encontrarme con mis amigos y poder ir a un barrio aún peor donde estacionan los trenes, para meternos en los túneles del metro y callejones oscuros donde no quieres ni saber lo que encuentras», dice sobre lo que vivió entre 1979 y 1985.

(NUEVA YORK, Estados Unidos.- La mayoría de graffitis de la obra «5Pointz» quedaron ocultos por pintura blanca que se colocó en este edificio, según se ve en esta imagen del 19 de noviembre de 2013)

«Fue lo más asustador y divertido que he hecho en mi vida. Pero no hay que glorificar el grafiti, es extremadamente peligroso, y hay chicos que han perdido sus vidas», dice.

También cree que tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, «lo más probable es que recibas un disparo por pintar el metro, más que cualquier otra cosa. Pensarán que eres un terrorista».

Famosos de la noche a la mañana
Se hizo amiga de la gente correcta en el momento justo, y comenzó a exponer en galerías a los 16 años.

La invitaban «a exponer, a estar en filmes, libros, a viajar por el mundo, a fiestas con gente rica, con Andy Warhol, Keith Haring, Basquiat, toda suerte de artistas increíbles, Jenny Holzer», relata.

«Había mucha energía y caos a comienzos de los 80 y el grafiti estaba recién saliendo a la superficie, era un torbellino de actividad. Fuimos elevados a la categoría de celebridades de manera inmediata».

«Era una aventura, era una suerte de imprudencia que tienes de adolescente, y por supuesto que aún lo extraño», reflexiona.

Pero con el pasar de los años, y con el arte como carrera, su trabajo ahora «es más un negocio y ganarse la vida, e inspirar a los jóvenes. Eso también me resulta emocionante y divertido».

«Soy una artista, pero primero una empresaria», dice sin culpa.

Lady Pink ya no vive más en Astoria, Queens, donde pasó 36 años. Se mudó a una pequeña comunidad rural del estado de Nueva York luego de que en 2013 la brigada antivándalos -la policía antigrafiti creada a mediados de los 70- allanó por segunda vez su casa y confiscó pinturas, computadores, libros. «No hallaron ningún crimen, nada».

«Nueva York se ha convertido en un Estado policial, es hostil a los artistas», lamenta.

 

Fuente: www.eluniverso.com

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