Salomón Konde tenía un futuro brillante: antes de los 20 años fue campeón de fútbol en Camerún, y luego con la selección de su país participó en la Copa Africana de Naciones, el torneo de fútbol más importante del continente.
Con ese talento llegó a México con la esperanza de unirse a un equipo profesional de primera división.
Pero el promotor que le sacó de África lo abandonó, y el camerunés se quedó solo en un país desconocido, sin entender una palabra de español.
Para sobrevivir, el joven hizo lo único que conoce bien: jugar fútbol.
Cambió entonces las canchas de césped y los estadios abarrotados de fanáticos por campos de tierra, a veces enlodados, en barrios populares de Ciudad de México.
Salomón, como cientos de futbolistas extranjeros que no pudieron incorporarse a las ligas profesionales, es un “talachero”.
La palabra en la capital mexicana se usa para definir a quien repara autos o llantas averiadas.
Tráiler del documental “Talacheros F.C.”
Pero en los círculos amateur de fútbol, en los pueblos o colonias del país, es la forma como se conoce a jugadores talentosos que cobran por jugar un partido.
Muchos son mexicanos, pero también abundan quienes llegaron de Argentina, Chile, Colombia, Brasil, Paraguay o África, entre otros.
La historia de algunos de ellos se cuenta en el documental Talacheros F.C. estrenado el 23 de julio en Canal 11, una de las televisoras públicas de México.
“Quedan varados”
Antes del documental se conocía muy poco de este circuito deportivo de México.
Pero es un refugio, y también una fuente de empleo, para muchos jugadores talentosos.
La mayoría por engaños, corruptelas o malas negociaciones no son aceptados en equipos profesionales, le dice a BBC Mundo el periodista de deportes Enrique Ballesteros.
Es uno de los pocos que ha publicado sobre el fenómeno de los “talacheros”, al que documenta desde 2003.
Los jugadores extranjeros “quedan varados aquí, tienen contratos que no se cumplen o el promotor les quita más de lo que les había dicho”, explica.
También se enfrentan a un gremio muy competido. De cada 1.000 jugadores que realizan pruebas para unirse a las ligas profesionales sólo uno lo consigue, afirma el periodista.
El resto busca una alternativa de empleo, pero entre ellos hay algunos “notables” que se acercan a ligas amateur.
Y en los campos de los barrios, conocidos como “llaneros”, encuentran una forma de subsistir.
Orgullo barrial
Algunos ganan lo suficiente para mantener una casa o comprar auto. A otros les alcanza para completar el sueldo que obtienen en otro empleo.
Hay “talacheros”, por ejemplo, que cobran 2.000 pesos por partido, unos US$110.
Otros, generalmente exjugadores de primera división profesional, piden 15.000 pesos, US$830.
Pero muchos reciben poco dinero, a veces 500 o 1.000 pesos, entre US$27 y US$55. Para reunir más efectivo suelen jugar varios encuentros al día.
Todo depende de su talento, y de los equipos que los contratan.
En México existen miles de equipos “llaneros”.
“El premio no es representativo de lo que gasta el dueño del equipo, gastan más en contratar la talacha”.
De hecho, existen algunas ligas donde los equipos pertenecen a empresarios o comerciantes, como la que organizó la Central de Abastos de Ciudad de México.
Pero la mayoría son conjuntos pequeños, donde los uniformes, el pago del arbitraje, la renta de los campos y la suscripción a las ligas se financia entre los jugadores y el entrenador.
Estos equipos, cuando enfrentan algún partido importante o quieren ganar el campeonato del barrio, reúnen dinero para contratar “talacheros”.
A veces el premio resulta menor a lo gastado. Pero no hay problema, recuerda el cineasta Villegas.
Lo más importante, a final de cuentas, es el orgullo de ser campeones… O derrotar al barrio rival.
Pasión futbolera
Esta pasión por el fútbol sostiene también a muchos “talacheros”.
Jugar en los campos “llaneros” es una forma de sobrevivir y permanecer en México, aunque siempre estén sujetos al riesgo de sufrir alguna lesión que termine con su carrera.
El mundo de la “talacha” futbolera está completamente inmerso en la economía informal, donde no existen contratos ni mucho menos seguridad social o atención médica.
Los encuentros donde juegan los “talacheros” son muy populares.
Pero la mayoría conserva el gusto por el fútbol. “No se les ve frustración hasta que dejan de jugar”, explica el periodista Ballesteros.
“Lo que quieren es seguir jugando. Es puro fútbol, un sistema muy recreativo, su plan de vida pero al día. Si se lastiman a lo mejor acaba su carrera para siempre”.
Al final todo depende de la actitud de los jugadores, completa Gabriel Villegas.
“En el documental mostramos una cierta desolación como es el caso de Salomón que llegó con falsas promesas, lo abandonaron y quedó encerrado en los llanos”, cuenta.
Pero también existen otros casos donde los jugadores alcanzan un buen nivel de éxito.
“Depende como tomes el aparente fracaso, el no llegar al profesionalismo. Unos sí se quedan frustrados e inmersos en la talacha, pero otros aprovechan su condición de extranjero y lo explotan al 100%”.