Archives octubre 2018

Qué lecciones puede ofrecerle a América Latina el histórico referendo que terminó con el régimen militar de Pinochet

Un joven abraza a un carabinero que le está impidiendo el paso. Tras él, otros miran la escena mientras sonríen, intentan avanzar. “¡Corrió solo y llegó segundo!”, titula en desafiantes letras rojas la portada de un diario. En el centro de Santiago, ondean banderas. Llevan un “No” estampado sobre un arcoíris.

Cada 5 de octubre esas imágenes vuelven a la memoria de generaciones en Chile. Son las postales de uno de los resultados electorales más intrigantes en la historia política del país: el del plebiscito de 1988 que terminó con el régimen del general Augusto Pinochet, en el poder desde el golpe con que derrocó a Salvador Allende en 1973.

Aquel día, la oposición política se unió para participar en una elección organizada por un régimen militar que terminó aceptando y sometiéndose al resultado adverso de la votación.

El resultado fue intrigante, pero no el único, ni el primero en el que un régimen no democrático aceptó un “No” por respuesta: en 1980, los militares uruguayos también habían perdido un plebiscito.

Uruguay sometió a referéndum la aprobación de una nueva constitución en un proceso donde la oposición prácticamente no tuvo espacio. Se esperaba que el resultado se definiera a favor del “Sí”, ya fuera por la manipulación del proceso o porque la población votara a favor por temor a las represalias.

Contra todo pronóstico, en Uruguay triunfó el “No”. Y aunque el régimen siguió imponiendo el terror en la población a través del exilio, el encarcelamiento y la tortura, el resultado sorprendió tanto a los uniformados como a la oposición, la ciudadanía y la comunidad internacional.

En Chile, líderes políticos como el expresidente Eduardo Frei Montalva vieron con interés la experiencia de Uruguay, dice David Altman, académico del Instituto de Ciencia Política de la Universidad Católica.

Eduardo Frei Montalva fue uno de los que vio con interés la experiencia vivida en Uruguay.
Ocho años después, en 1988, y bajo un régimen donde miles de personas habían sido reprimidas, ejecutadas o desaparecidas, la oposición chilena decidió participar en el plebiscito organizado bajo las reglas de Pinochet, que se mantenía en el poder desde el golpe de 1973.

El plebiscito chileno tuvo lugar el 5 de octubre de 1988, pero su mecanismo se había echado a andar en 1980, cuando, en otro referéndum, se había aprobado la constitución diseñada bajo el dominio militar.

En el marco de esa nueva Carta Magna, el régimen militar se obligaba a sí mismo a someter a un plebiscito la propuesta de Pinochet de mantenerse en el poder hasta 1997.

Participar en ese plebiscito, constituía un desafío a una regla política bien comprobada: que los líderes no democráticos no pierden las elecciones. O como planteaba Anastasio Somoza, que no importa quién gane la elección, sino quién gana los conteos.

¿Qué pasó en Chile entonces?

Políticos que aprendieron
“Chile es uno de los pocos casos donde un régimen cae por un plebiscito, pero no es el único”, señala el profesor Steven Levitsky de la Universidad de Harvard (Estados Unidos).

En Chile se dio una combinación virtuosa de factores: la democracia liberal vivía un momento de gran prestigio, se generó una importante presión externa contra el régimen de Pinochet y los partidos políticos estuvieron dispuestos a dialogar, agrega Levitsky, especialista en democracias, autoritarismos y partidos políticos.

“La década de los 90 fue la más favorable para la democracia en América Latina por lejos y Chile se democratizó al principio de ella”, dice el académico.

“La democratización de Chile en los 90 y la de México el 2000 marcan el momento más favorable para las democracias latinoamericanas. Hoy todavía vivimos en un ambiente favorable para las democracias, mejor de lo que era en los años 60, pero la democracia liberal ya no es, como diríamos en inglés, ‘the only game to play’”, dice, en referencia a la expresión que habla de la opción que más se valora en un determinado momento.

Por la Constitución de 1980, el régimen militar se obligaba a sí mismo a someter a un plebiscito la propuesta de Pinochet de mantenerse en el poder hasta 1994.
Sobre los partidos políticos, Levitsky explica que hubo un aprendizaje en el país.

“Chile es una transición ejemplar en muchos sentidos, pero su faceta más importante fue la cooperación, la unidad de la oposición política, la colaboración entre los partidos que representaban al centro y la izquierda”, agrega.

“Uno de los logros de los chilenos los años 1988, 1989 y 1990 es que los políticos de centro y de izquierda buscaron un nuevo modo de hacer política en relación a lo que habían hecho en los años 60 y 70. La polarización entre el partido demócrata cristiano y la izquierda tuvo un papel importante en el colapso de la democracia en Chile en 1973.

“Esos políticos aprendieron de sus errores, aprendieron durante Pinochet cuál era el costo de la polarización y pudieron establecer nuevas reglas del juego que permitieran hacer funcionar la democracia. Y eso me parece que fue uno de los logros y una de las lecciones más importantes de la transición chilena”, afirma Levitsky.

El académico agrega una nota de preocupación en el panorama actual: “Hoy la polarización se ve en muchos lados y la incapacidad de los políticos de izquierda y centro de mantener un diálogo y llegar a un acuerdo mínimo sobre las reglas del juego es un problema cada vez más común. Lo vemos en Turquía, en Brasil, en Estados Unidos. Hay un grado de polarización muy peligroso”.

El apoyo internacional y el conteo paralelo
El analista político David Altman ha estudiado cómo funcionan los plebiscitos y otros mecanismos de democracia directa en regímenes autoritarios, totalitarios y aquellos donde las libertades están restringidas.

El Museo de la Memoria, en Santiago de Chile, vende recuerdos como el poster con el NO utilizado en la campaña para el plebiscito.
Los datos de sus estudios son claros: primero, que esos regímenes no les temen a los plebiscitos, ya sea porque confían en manipular el proceso y sus resultados, o porque creen en la fuerza de sus estrategias de temor o propaganda.

De hecho, muchos líderes convocan plebiscitos para darse una fachada de legitimidad, para afianzar su popularidad y su lazo emocional con sus partidarios, o para demostrar su poder fuera y dentro de sus fronteras.

Los números además, son desalentadores: de más de 250 plebiscitos o votaciones similares realizadas en países sin democracia plena, sólo tres fueron ganados por la oposición, Uruguay, Chile y Zimbabue.

Hay muchas formas en las que se puede manipular un plebiscito: en la redacción de la pregunta, el espacio de difusión que se da a la oposición, el tiempo que se da a la ciudadanía para informarse y, por supuesto, el fraude. Y en ese aspecto, Chile contó con el apoyo externo, plantea Altman.

“Creo que la excepcionalidad del plebiscito del 88 tiene es que era objeto de atención internacional por todos lados, de todo el mundo. Chile era el último de los países sudamericanos bajo un régimen dictatorial y la transición sudamericana sólo se completaría una vez que se fuese Pinochet”, le dice a BBC Mundo.

Altman explica que la cooperación internacional fue fundamental en Chile para generar un sistema de conteo paralelo, “y así no les podían pasar goles”.

“Fue gracias a este sistema armadoy financiado por el National Endowment for Democracy y centros de pensamiento alemanes, entre otros, que el Comité por las Elecciones Libres que se formó en Chile pudo hacer un trabajo serio”, afirma.

Pinochet también permitió “un cierto grado de libertad para hacer una campaña de movilización contra el régimen”, agrega Altman.

Las claves de ese apoyo internacional tienen que ver con varios factores: “A fines de los 70 estábamos en plena Guerra Fría. El 88 también había Guerra Fría, pero había cambios geopolíticos”.

En 1988, aún no había terminado la Guerra Fría pero ya soplaban vientos de cambio.
En esos cambios, el rol de Estados Unidos fue importante. La presidencia de Jimmy Carter ya había instalado una lógica más democrática.

Documentos desclasificados muestran que los asistentes de Ronald Reagan le hicieron presente la brutalidad del régimen chileno en casos como la muerte de Rodrigo Rojas, un joven fotógrafo que fue quemado vivo por una patrulla militar en 1986, el mismo año que regresaba a Chile tras haber vivido en Norteamérica.

Altman apunta a algunas de las características que hicieron único el caso de Chile y en cierta medida, el de Uruguay, donde el triunfo en el plebiscito no determinó la caída del régimen, pero comenzó a erosionarlo. En ambos países, dice el analista político, la oposición se unió ante un enemigo común.

“El antagonismo dictadura-democracia es tan brutal que une a las fuerzas de la oposición. En los dos casos era muy claro identificar en ese momento quiénes eran los buenos y quiénes eran lo malos”, le dice a BBC Mundo.

De qué manera eso puede ofrecer una lección hoy, cuando no es tan claro plantea el académico.

“Hoy, cuando tienes sistemas democráticos que tambalean hay muchos regímenes que se cuentan en una zona gris. Si me preguntas por ejemplo si Hungría o Turquía son democracias, uno diría, sí, pero… Y en esos casos las votaciones populares no logran resolver la tensión. Si hay un triunfo en un sentido o en otro, puede ser por minucias que no logras resolver, por ejemplo, con sistemas de conteo”, continúa el profesor.

El caso de su país, de todas formas, seguirá resonando en la memoria de los chilenos y eventualmente, puede ofrecer algunas líneas de análisis.

“A nivel de política comparada, quizás lo más interesante es cómo se puede generar, incluso en contextos adversos, sistemas paralelos de responsabilidad como el sistema de conteo paralelo que le permitió a la oposición chequear el conteo de votos del gobierno”, afirma Altman.

“Tenías buenos observadores, un buen sistema informático, gente en todas las mesas de votación, generaron una forma de control que impidió el fraude”, concluye.

La unidad de la oposición ayudó a ganar el plebiscito y fue clave después durante la transición.
Levitsky recalca la idea del contexto mundial: “La democracia chilena tuvo la suerte de participar en un momento donde el comunismo estaba colapsando y surgía la idea de la democracia liberal como dominante en el mundo occidental”.

“Es un momento en el que había mucho optimismo en la democracia liberal. Estados Unidos por primera vez en 30 años estaba empezando a promover fuertemente la democracia. Reagan presionó fuertemente a Pinochet para que aceptara los resultados del plebiscito”.

Hoy, plantea el académico, la democracia liberal “tiene menos legitimidad internacional, los poderes occidentales tienen muchos problemas y menos prestigioque hace 30 años, por lo tanto las presiones externas no son tan fuertes y los regímenes más tercos, están dispuestos a soportar cualquier presión externa o doméstica”.

El académico lo compara con la actualidad: “Hoy el trabajo de una oposición política es mucho más difícil que el de Chile. Pinochet, aunque no quería, terminó siguiendo las reglas de su propia Constitución, cedió a las presiones internas y externas, y dejó el poder”.

Otros gobiernos autoritarios, advierte el profesor, “pierden elecciones, plebiscitos, pero no han mostrado voluntad de dejar el poder bajo ninguna circunstancia”.

Fuente: www.bbc.com

Muerte por selfie: 259 personas fallecen accidentalmente en 7 años en busca del autorretrato perfecto

259 personas murieron entre 2011 y 2017 tratando de tomarse una selfie en situaciones extremas, según un estudio global de 2018.
Investigadores de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos recomiendan crear “zonas prohibidas para selfies” en sitios peligrosos para reducir el número de muertos.
Estos incluyen cimas de montañas, edificios altos y lagos, donde se produjeron muchas de las muertes.
Ahogamiento, accidentes de tránsito y caídas también resultaron ser las causas más comunes de muerte.
Pero el fallecimiento por ataques de animales, electrocución, fuego y armas de fuego también aparece con frecuencia en informes de todo el mundo.
Más hombres que mujeres
En julio de este año Gavin Zimmerman, un joven de 19 años, falleció tomándose selfies en un acantilado en Nueva Gales del Sur, Australia.
Tomer Frankfurter murió en el Parque Nacional Yosemite, en EE.UU., en septiembre, después de una caída de 250 metros que sufrió tratando de tomarse un autorretrato.
Tomer Frankfurter murió en el Parque Nacional Yosemite cuando intentaba tomarse un selfie.
Noticias como estas fueron las que se analizaron para compilar el estudio.
Los investigadores descubrieron que los decesos relacionados con los selfies son más comunes en India, Rusia, Estados Unidos y Pakistán.
El 72% de las víctimas eran hombres.
Estudios anteriores tomaron información de páginas de Wikipedia y Twitter que, según los investigadores, no permiten obtener resultados correctos.
Más casos de los reportados
El nuevo estudio mostró también que estos incidentes están en aumento.
Mientras que en 2011 se registraron solo tres casos, esta cifra subió a 98 en 2016 y a 93 en 2017.
Sin embargo, los investigadores aseguran que el número real de muertes por selfie puede ser mucho mayor ya que esta no es la causa que se registra como razón de la defunción.
“Se estima que las muertes por selfie no se reportan lo suficiente y se trata de un problema que debe ser tratado”, dice el estudio.
“Ciertos accidentes de tráfico que ocurren cuando se toman selfies se catalogan como muerte en accidente de tráfico”.
“Por ello, se están subestimando la magnitud del problema. Es importante evaluar las pruebas, causas y razones de las muertes por selfies para poder hacer las intervenciones adecuadas”.
Fuente: www.bbc.com

Cómo un pan hecho con cucarachas tiene más proteína que la carne roja (y cómo eso puede solucionar un problema global)

Si te paras unos segundos a observar el pan de la foto superior, ¿a que parece bastante convencional? Pues en realidad está hecho de cucarachas.
Más concretamente de harina hecha con estos impopulares insectos. Pero, ¿a quién se le ha ocurrido esta idea y para qué?
Los responsables son un equipo de investigadores brasileños que quieren dar con una posible solución a la escasez de alimentos y a la falta de proteína animal que se prevé para un futuro dado el crecimiento de la población mundial.
Una necesidad
Según la ONU, para 2050 habrá alrededor de 9.700 millones de personas en este mundo.
Y por eso ha recomendado que empecemos a incluir en nuestra dieta insectos. Las razones son simples: son ricos en proteínas, abundantes en la naturaleza y su precio no es elevado.
En varias regiones del mundo, como el sudeste asiático, ya son un comestible al uso.
Pero el pan de la fotografía no se hace con el tipo de cucarachas que se ven por las calles o que, si no has tenido suerte, se te han colado en casa. El equipo investigador utilizó una especie en particular, la llamada cucaracha langosta (nauphoeta cinerea), originaria del norte de África.
Las cucarachas se reproducen de forma fácil y rápida mientras están en cautiverio.
La receta usa solo un 10% de harina hecha con cucarachas.
Pero, de todos los insectos que hay… ¿por qué precisamente las cucarachas?
Hay dos razones principales: además de ser una fuente rica en proteínas (cuentan con un 70% en su composición, más que el 50% que ofrece la carne roja), el insecto ha existido durante millones de años y ha conservado sus características genéticas incluso después del proceso evolutivo.
“Deben poseer algo realmente bueno para haber evolucionado sin la necesidad de adaptarse a los entornos”, explica la ingeniera de alimentos Andressa Jantzen, de la Universidad Federal de Río Grande (FURG), en el sur de Brasil.
Aporte proteico
Con la aportación de la ingeniera Lauren Menegon, Jantzen logró producir una harina hecha a base de cucarachas deshidratadas. El costo fue de US$51 por kilo y los insectos se molieron en el laboratorio.
Pero para la receta no se usó todo este tipo de harina, solo un 10%. El resto era una normal de trigo. Pero fue suficiente para crear un resultado sorprendente.
“La harina de cucaracha aumentó el contenido de proteína en el pan en un 133%”, dijo Jantzen a la BBC Brasil.
A modo de comparación, basta señalar que una rebanada de 100 gramos de pan tradicional casero tiene 9,7 gramos de proteína. El pan de cucarachas tiene 22,6.
“También hemos reducido la cantidad de grasa en la receta en un 68%”, dice la investigadora.
Un kilogramo de harina de cucaracha langosta cuesta US$51
La ingeniera que lidera el proyecto asegura que el pan realmente no presenta grandes diferencias con respecto al hecho con harina de trigo al 100%.
“Llevamos a cabo análisis sensoriales, así como de textura, olor, color y sabor. No hay alteraciones significativas. Tal vez algunos consumidores perciban un ligero sabor a maní”, explica.
El profesor de nutrición Enio Viera es una autoridad médica líder en estudios de insectos para consumo humano. Él dice que hay muchos más animales que se pueden usar en nuestras dietas: grillos, avispas, hormigas, mariposas, gusanos de seda e incluso escorpiones.
“Tenemos un problema cultural en aceptar los insectos (como alimento), pero la mayoría de las veces se convierten en polvo, lo que pasa es que no lo sabemos”.
También afirma que comer insectos tiene menos impacto en el medio ambiente que utilizar otras fuentes de alimentación más tradicionales.
“Necesitamos 250 metros cuadrados de tierra para producir 1 kilogramo de carne, mientras que la misma cantidad de insectos se puede obtener usando solo 30 metros cuadrados. También necesitamos menos agua: 1.000 litros para 1 kilogramo de insectos y 20.000 litros en el caso de la carne de vacuno”, dice.
Según la Asociación Brasileña de Criadores de Insectos, Brasil tienela mayor variedad de insectos comestibles del mundo: 95 especies. Todo gracias al clima tropical.
Las cucarachas langosta tienen un 70% de proteína, más que la carne roja.
Cada vez más popular
La inclusión de insectos en nuestra dieta no es algo disparatado y de hecho, es cada vez más popular. La ONU asegura que forman parte de la dieta de más de 2.000 millones de personas.
Jantzen y Lauren ya están trabajando en otros productos a base de insectos, como pasteles, barritas de cereales y algunos tipos de aceites.
Pero, al menos por ahora, no encontrará pan de cucarachas en las tiendas si va a Brasil. El consumo humano de insectos no está autorizado por las autoridades sanitarias brasileñas que solo permite su uso para alimentar a otros animales.
Otros países sí han comenzado a comercializar productos a base de insectos: en España, la cadena de supermercados Carrefour vende bocadillos hechos con grillos y algunos tipos de larvas. En Reino Unido, el servicio de comida Eat Grub ofrece entregas a domicilio de saltamontes asados ​​y gusanos de búfalo.
Según la firma estadounidense de investigación Global Market Insights, el mercado mundial de insectos comestibles superará los US$700 millones en los próximos cinco años.
Entonces, ¿estás listo para probarlo?
Fuente: www.bbc.com

El Semaforo Rojo Reflexion

Cierto día desperté con mucha flojera, renegando. Con trabajo me deshice de las cobijas, fui al baño con los pies y el alma a rastras, mientras maldecía el levantarme de la cama sin poder estar en ella todo el día. Desayuné con los ojos tan cerrados como mi mente. La pereza me dominaba; por no meter el pan en el tostador, preferí comerlo frío y beber la leche directamente de la botella ¿Por qué trabajar? ¡Esto sí era una verdadera maldición!

Me conduje a la oficina en mi vehículo con asientos de piel y calefacción. Observé por el camino el pavimento humedecido por la lluvia, y seguí maldiciendo el tener que trabajar. El semáforo marcó el alto, de pronto, como un rayo, se colocó frente a todos los automóviles algo parecido a un bulto. Por curiosidad abrí más mis somnolientos ojos y descubrí que aquéllo, era el cuerpo de un joven montado en un pequeño carro de madera.

Aquel hombre no tenía piernas y le faltaba un brazo; sin embargo, con su mano izquierda conducía el pequeño vehículo, y manejaba con maestría un conjunto de pelotas con las que hacía malabares.

 

Las ventanillas de los autos se abrían para dar una moneda al malabarista, en cuyo pecho llevaba un pequeño letrero; en éste, cuando se acercó a mí pude leer:

“Gracias por ayudarme a sostener a mi hermano paralítico”.

Con la mano izquierda señaló hacia la banqueta. Ahí pude ver a su hermano sentado en una silla de ruedas, que se encontraba colocada frente a un atril con un lienzo. Con la boca movía magistralmente un pincel, y daba forma a un hermoso paisaje. El malabarista, mientras recibía mi ayuda, notó el asombro en mi cara, por lo cual me dijo:

¡Verdad que mi hermano es un artista!. Por eso escribió esa frase sobre el respaldo de su silla. Entonces leí la frase; esta decía:

“Gracias Señor por los dones otorgados, contigo no nos falta nada”.

 

Recibí un fuerte golpe en mi interior, mientras el hombre-bulto se retiraba, y el semáforo apagaba el color rojo para encender el verde. Mi semáforo interior cambió desde aquel día. Nunca más se volvió a encender la señal de alto, que me paralizaba por la pereza. Siempre he tratado de mantener la luz verde, y realizar mis trabajos y actividades sin detenerme.

Aquel día descubrí ante aquellos jóvenes, que yo era un paralítico.

Ben Francis, el joven que a los 19 años creó Gymshark, una marca deportiva de US$130 millones

Es difícil comprender cómo Ben Francis, entonces un muchacho de 19 años, tuvo el tiempo o la energía para fundar su propia marca deportiva, Gymshark.

Muchos emprendedores jóvenes tienen que encontrar tiempo para trabajar en sus ideas al margen de una jornada laboral de ocho horas, y Francis no fue la excepción. En 2012, estudiaba en la universidad a tiempo completo y por la noche repartía pizzas.

“Me despertaba e iba a la universidad, terminaba pasado el mediodía y después trabajaba en Pizza Hut desde las 5 de la tarde hasta las 10”, recordó.

“Lo que hacía era responder correos sobre mi marca entre los repartos a domicilio. Después iba a casa y trabajaba en mi website y en el diseño de nuevos productos”, añadió.

Después de dos años agotadores, y con una facturación de su incipiente negocio cercana a los US$320.000, Francis dejó la universidad y su trabajo como repartidor de pizzas para enfocarse en su compañía.

Siete años más tarde, su marca de ropa deportiva tiene una facturación estimada en US$130 millones.

Una de las estrategias de Francis fue la de enviarle sus productos a personas consideradas “influencers” en las redes sociales.
Buscando una señal
Antes de que Francis comenzara con su negocio en 2012, ya sentía la “fiebre del emprendedor” en sus entrañas.

En su adolescencia había creado un sitio web para vender placas de vehículos.

Pero su verdadera vocación estaba en el ejercicio y el gimnasio. Antes de Gymshark, había creado dos aplicaciones para iPhones para medir niveles de ejercicio corporal. Una de ellas le había reportado ganancias por US$10.000.

Lo que siguió fue la marca: un negocio de venta de ropa deportiva para fanáticos del gimnasio.

“Iba al gimnasio y básicamente quería estar en la industria del fitness. Quería eso combinado con un portal de internet dedicado a la venta de productos para el gimnasio”, explicó Francis.

Pero su marca había comenzado por otra parte: con la venta de suplementos alimenticios para deportistas. Sin embargo, cuando vio que la rentabilidad de éstos era tan baja, decidió reorientar el rumbo.

La idea nació con una premisa sencilla: “Lo que vestía la gente en el gimnasio a mí no me gustaba”.
“”Recuerdo que una tarde estaba en el gimnasio y miré alrededor, sentí que nadie tenía la ropa que yo quería ponerme. Así que me dije ‘la voy a hacer yo mismo’”, anotó.

En el garaje
Entonces se puso a trabajar.

Lo primero fue buscar un capital semilla, que fue aportado por su hermano y sus amigos. Con ese dinero, Francis se compró una máquina de coser y una impresora y comenzó a producir camisetas en el garaje de sus padres.

“Mi abuela hacía cortinas, así que ella me enseñó a coser. Recuerdo que estaba pensando en 10 órdenes que teníamos y que hacer 12 o 15 productos me iba a llevar todo el día. Pero fue muy divertido”, dijo.

Siete años después de comenzar su aventura, Francis admite que, después del primer impulso de Gymshark hacia la ropa deportiva, la empresa no tenía un gran plan de expansión.

“Lo único cierto es que yo quería ponerme esa ropa para ir al gimnasio”, dijo el joven, que ahora tiene 26 años.

Entonces llegó la hora elegir las estrategias. Y una de ellas fue la de comenzar a producir camisetas sin manga, llamadas “esqueleto”, para adolescentes flacos y aún sin músculos para mostrar.

Uno de sus productos estrellas fueron camisetas “esqueletos” para adolescentes que querían convertirse en fisiculturistas y buscaban mostrar el trabajo que habían hecho en su cuerpo.
La mayoría de las que estaban en el mercado era para personas adultas que ya tenían un buen desarrollo de sus bíceps.

A la hora de establecer el precio, Francis acepta que no se hizo un estudio de mercado profundo. “Fue, literalmente, decir ‘¿cuánto pagarías por esto?’”, anotó.

“Y dijimos ‘pagaríamos US$25′”.

Crecimiento
Gymshark ahora tiene cerca de 1,2 millones de clientes y 215 empleados en sus oficinas en el centro de Reino Unido.

Pero, ¿cómo ha hecho para crecer tan rápido? Para hacer el relato corto, el asunto va por utilizar las redes sociales en su máxima expresión.

Más específicamente, Gymshark comenzó a enviar ropa gratis a usuarios clave en las redes: fisiculturistas prominentes y otros gurús del ejercicio, como Lex Griffin y Nikki Blackketter.

La idea es que estas estrellas de las redes hablaran bien de sus productos y, de esa manera, sus seguidores en YouTube e Instagram comenzaran a comprarlos.

La idea funcionó mejor de lo que Francis pensó: las ventas se dispararon.

La compañía produce ropa tanto para mujeres como para hombres.
Al mismo tiempo, se propuso que sus propias redes sociales fueran interesantes y visualmente agradables. Hoy tiene cerca de 2,4 millones de seguidores en Instagram y 1,5 millones en Facebook.

Sostener un gigante
Pero su estrategia se ha extendido: la marca ha organizado eventos alrededor del mundo, invitando a sus seguidores para que conozcan a sus “estrellas”. Centenares de personas asisten a estas presentaciones.

Otra clave en el proceso de crecimiento de Gymshark ha sido que Francis se ha rodeado de personas experimentadas en el negocio. Por ejemplo, Steve Hewitt, quien había trabajado para otras marcas deportivas, se convirtió en el gerente de la empresa.

Para los analistas del mercado, como la periodista Emily Sutherland, el éxito de Gymshark radica en el uso que ha hecho la marca de las redes sociales.

“Los influencers le dan a los clientes una razón para comprar los productos de Francis por sobre los de otras marcas, porque de alguna manera ellos sienten una conexión personal”, explicó.

Centenares de personas se hacen presentes en los eventos que organiza Gymshark.
Y para Sutherland ahí está la clave: Gymshark solo se puede conseguir en internet.

“Puede reaccionar rápido a los cambios en el mercado y no tiene que llevar el peso de contar con bodegas para el stock”, dijo.

Ahora, el siguiente paso es volverse una marca verdaderamente internacional. Cerca de 40% de sus ventas viene de Estados Unidos y espera llegar con sus productos a 25 países. Por ahora solo están en 11.

“No voy mucho de compras, pero sí estoy pensando en la mejor manera de encontrar un lugar permanente. No creo que necesitemos un espacio muy grande. Solo quiero que sea divertido”, concluyó el emprendedor exitoso.

Fuente: www.bbc.com