Entre las barreras que Donald Trump puede encontrar para construir el muro que prometió a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, se encuentra una que data de 1970.
Se trata de un acuerdo firmado por ambos países “para mantener al Río Bravo (Río Grande) y al río Colorado como fronteras internacionales”.
El tratado establece que tanto EE.UU. como México deben estar de acuerdo si uno de los dos quiere construir cualquier estructura que pudiera afectar el cauce de los ríos o su llanura de inundación.
“Un país no puede hacer nada sin la aprobación del otro”, dijo a BBC Mundo Stephen Mumme, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad del Estado de Colorado y especialista en diplomacia del agua entre su país y México, sobre los alcances del acuerdo.
En los 3.142 kilómetros de frontera que separan a ambos países ya existen 1.050 kilómetros de muros y vallas. El resto, hasta ahora, han sido límites naturales como el Río Grande.
Sin embargo, el presidente de Estados Unidos ha insistido, -y fue una promesa clave durante su campaña- en la construcción de una pared en todo el borde y que México pagaría por esta (aunque el gobierno mexicano niega que financiará la barrera).
Desde 1992, existen 1.050 kilómetros de muros y vallas en la frontera de EE.UU. y México.
En enero, Trump firmó una orden ejecutiva para la “mejora de la seguridad fronteriza” que contempla la construcción y financiación del muro.
Si este afectara el cauce del Río Bravo, ¿podría México recurrir al Tratado de 1970 para detener el proyecto?
¿Cómo son los muros que ya existen en la frontera entre México y Estados Unidos?
Qué dice el tratado
El Río Grande nace en el estado de Colorado, baja al sureste y marca el límite sur de los estados de Nuevo México y Texas, en EE.UU., y el límite norte de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, en México, hasta desembocar en el Golfo.
La comisión o autoridad binacional encargada de que se respete el tratado de 1970 que designa al Río Grande como frontera internacional se llama Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) en México; y en EE.UU., International Boundary and Water Comission (IBWC).
El artículo 4 del acuerdo que este organismo resguarda dice que “cada país debe prohibir la construcción de estructuras en su territorio, que en juicio de la Comisión, puedan causar desvío u obstrucción del flujo normal del río o de su flujo de inundación”.
Mapa de la frontera entre EE.UU. y MéxicoDerechos de autor de la imagenBBC MUNDO
El documento agrega que si la Comisión determina “que alguna de las estructuras construidas por uno de los dos países causa esos efectos adversos en el territorio del otro país, el que construyó la estructura la debe remover o modificar y, por acuerdo de la Comisión, compensar por los daños” al otro país.
“El objetivo (del tratado) es no construir nada que haga que el cauce o la frontera cambien. Ambos países tienen la responsabilidad conjunta de mantener la frontera donde está”, dijo Stephen Mumme a BBC Mundo.
El profesor advierte que se debe considerar que un muro o unas vallas actúan como represas en caso de inundación.
“Restringirían el libre movimiento del agua, lo que tendría el potencial de causar que se mueva la frontera. De acuerdo al tratado de 1970, se supone que esto no debe pasar”, detalla.
Agentes fronterizos de EE.UU. ayudando a una familia de indocumentados que acaba de cruzar el Rio Grande por Texas.
Las barreras existentes ya han causado graves inundaciones en el pasado.
La ciudad mexicana de Nogales, en el estado de Sonora, soportó fuertes lluvias que provocaron una inundación en 2011, en parte debido a que un desagüe que cruza la frontera quedó semibloqueado en el muro fronterizo, lo que generó una gran acumulación de agua.
“Actualmente solo hay unos diques para evitar inundaciones en algunas partes de Río Grande, pero se construyeron por mutuo acuerdo de ambos gobiernos”, explica Mumme.
Para el profesor, el tratado es muy enfático en que ambos países deben estar de acuerdo con cualquier estructura que pudiera desviar el río y perder la frontera.
“Como una serpiente”
Mumme comenta que la distancia del río a la que se podría construir es variablecree y cree que los cálculos o proyecciones que pudieran hacerse para no afectar el cauce, tal vez no servirían.
“El problema es que hay mucha incertidumbre sobre lo que realmente pasa en el río”, dice.
El Río Grande cambia constantemente, lo que dificulta la construcción de cualquier estructura a lo largo de su cauce.
“El río es como una serpiente en algunas partes. Se mueve, erosiona y reconfigura el cauce, incluso bajo flujo normal”, detalla. “Eso es lo que hace que sea tan complicado poner cualquier estructura en esta área”.
¿Qué dice México?
México rechazaría un muro de concreto, ya que violaría el tratado de 1970, según dijo Antonio Rascón, ingeniero mexicano de CILA, a la cadena estadounidense National Public Radio (NPR).
“No estamos de acuerdo con la construcción de un muro en la llanura de inundación que afecte el flujo transfronterizo de agua”, afirmó Rascón a NPR.
El ingeniero contó también que CILA se queja de la presencia de muros entre EE.UU. y México desde 1992, cuando instalaron la primera valla en San Diego, California.
Su colega Enrique Muñoz, subdirector de proyectos de CILA, coincidió con Rascón y dijo a BBC Mundo que el conflicto del muro con el tratado de 1970 también dependería del material de la barrera, especialmente si es de concreto.
En enero, Donald Trump firmó una orden ejecutiva para autorizar la construcción de una barrera infranqueable en la frontera sur de su país.
El profesor Mumme explica que una barrera sólida siempre va a causar más obstrucción que una cerca o que las barreras vehiculares.
Aunque estos tipos de barreras también retienen escombros y pueden actuar como represas de agua bajo ciertas circunstancias, no son tan obstructivas como una pared sólida.
“En resumen, cualquier barrera presenta problemas potenciales, pero una pared es peor”, dice el experto.
Según su página web, la oficina de “Aduanas y Protección Fronteriza (de EE.UU.) trabaja diligentemente para integrar prácticas ambientales responsables y prácticas sostenibles” en todas sus decisiones y operaciones.
Cortes internacionales
Si EE.UU. construyera un muro cerca al Río Grande sin la aprobación de su vecino, México podría tanto recurrir como no recurrir al tratado de 1970 para detener el proyecto.
Si decidiera hacerlo, México tiene el derecho de llevar el caso a una corte internacional y el proceso podría tomarle años, adelanta Mumme.
Muñoz señaló a BBC Mundo que antes de llegar a tribunales extranjeros para detener el proyecto, México agotaría los esfuerzos a nivel de la comisión (CILA) y luego las vías diplomáticas.
El ingeniero aclaró que CILA no ha presentado ninguna queja a su homóloga estadounidense durante la gestión de Donald Trump.
Enrique Peña Nieto, el presidente de México, ha dicho que su país no va a pagar por el muro.
¿Y qué pasaría si EE.UU. se retirara del acuerdo? El Tratado de 1970 no prevé ese procedimiento.
Pero si en un acto sin precedentes, EE.UU. dejara de ser parte de este, “enfrentaría consecuencias negativas considerables en la comunidad internacional, ya que otros países tendrían razones significativas para dudar de su credibilidad y buena fe”, dice Mumme.
Sin presupuesto
El gobierno estadounidense ya está recibiendo propuestas de constructoras para levantar el muro, pero todavía se desconoce el diseño de la estructura.
Según la página web del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) de EE.UU., “la Patrulla Fronteriza está evaluando las áreas prioritarias donde se puede construir una pared o barrera física similar en la frontera, en las que actualmente no existe”.
Edward Drusina, el jefe de la comisión del Río Grande del lado estadounidense dijo que había concluido “que no había razón significativa para objetar la construcción de la valla”, en un correo electrónico a NPR.
Por ahora, Trump excluyó la financiación del muro fronterizo del presupuesto federal.
Pero insistió en Twitter que apoya el muro y que será construido más adelante.