Oficialmente la crisis en Siria no está en la agenda del G20, que se reúne en la ciudad rusa de San Petersburgo. Se cree que cualquier discusión será informal. Sin embargo, la posición de los países asistentes de cara a una potencial intervención militar de Estados Unidos en Siria estará muy presente y de hecho lo que suceda en el encuentro podría ser clave en la forma en la que la comunidad internacional le hará frente a la crisis.
Sin lugar a dudas, China se unirá a Rusia en su oposición a una acción militar estadounidense.
Ambas naciones consistentemente han vetado los intentos por imponer presión al gobierno de Bashar al Asad en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y repetidamente han insistido en que cualquier solución debe ser política.
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Las posiciones de India e Indonesia son menos fáciles de identificar.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha recibido el apoyo del presidente de Francia, Francois Hollande, para desplegar un operativo militar.
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También cuenta con el apoyo de Reino Unido, pero este respaldo es meramente diplomático, pues el parlamento británico votó la semana pasada contra cualquier participación militar de ese país en una intervención en el conflicto sirio, señaló Bridget Kendall, corresponsal de temas diplomáticos de la BBC.
Turquía se ha mostrado favorable a una intervención en Siria y Arabia Saudita es parte de la coalición del Golfo que activamente ha respaldado a los rebeldes sirios.
Entre los otros aliados de Occidente que se sentarán en la mesa están Canadá, Australia, Corea del Sur y Japón así como también Alemania y los líderes de la Unión Europea.
Pero sus posiciones individuales frente a la pregunta más compleja sobre si atacar al ejército sirio sin la aprobación de las Naciones Unidas serán más bien tenúes.
Italia, también en la mesa del G20, ha presentado sus objeciones. Y está por verse qué posición tomarán las tres naciones latinoamericanas que forman parte del G20: Brasil, Argentina y México.
Rusia vs. Estados Unidos
El G20 fue creado a raíz de la crisis financiera de 2008 para estimular la colaboración económica global.
Pero este año, en vez de estar unidos por sus intereses económicos comunes, los participantes parecen estar divididos por el abismo que se ha abierto por la forma en que la comunidad internacional cree que debe responder a lo que está sucediendo en Siria.
En las vísperas de la reunión, los líderes de Estados Unidos y Rusia fijaron sus posiciones con claridad.
Obama dijo que está convencido de que el supuesto ataque con armas químicas perpetrado en un suburbio de Damasco, el 21 de agosto, fue ejecutado por las fuerzas del gobierno.
De acuerdo con Obama, con o sin el respaldo de las Naciones Unidas, el mundo tiene la obligación de reaccionar, no sólo para prevenir ataques futuros y para hacer respetar la Convención de Armas Químicas, sino para prevenir que el sistema de las "normas internacionales" sea burlado.
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El presidente ruso, Vladimir Putin, calificó de "absolutamente absurda" la idea de que el presidente sirio se arriesgaría a retaliaciones por usar armas químicas.
El líder ruso dijo que al menos que se le muestre evidencia convincente, recogida independientemente y abalada por las Naciones Unidas, se presente, cualquier denuncia hecha por Estados Unidos carece de base.
La cancillería rusa advirtió que cualquier retaliación estadounidense sin la aprobación de las Naciones Unidas lejos de seguir las normas internacionales, como argumenta Obama, sería una "violación grave" y "tendría todas las características de una agresión".